Elecciones 2021: ¿fin de la Cuarta Transformación?

El Presidente López Obrador denunció a la coalición electoral Va Por México el 23 de diciembre y también el día 29 de diciembre en su ‘conferencia de prensa’ mañanera. Acusó que era un intento por parte de la oposición de eliminar recursos para sus populares programas sociales dirigidos a la población más pobre del país y que era un nido de corruptos.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), en su artículo 134, expresamente prohíbe la participación de funcionarios públicos en los procesos electorales, por expresión, acción y/o uso de recursos públicos. La intención de la prohibición es asegurar una cancha pareja entre competidores, al igual que se impide usar programas sociales para promover el voto del oficialismo. 

La Comisión de Quejas y Denuncias del Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó medidas precautorias para que López Obrador “se abstenga de emitir declaraciones” en sus conferencias mañaneras que se relacionen con la elección federal de 2021.

Aclararon que no se trata de limitar la libertad de expresión del mandatario, sino “reencauzar la conducta que se exige a los funcionarios públicos, en términos del modelo constitucional”. Según los consejeros del INE, la decisión se tomó porque las declaraciones sobre las elecciones han sido reiteradas, y las del 23 de diciembre las hizo aún cuando la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), en una decisión previa del 14 de diciembre, exigió a TODOS los servidores públicos a respetar el artículo 134 constitucional.

Incluso en esa sesión se constató que “habíamos advertido de los riesgos de que esto fuera una señal que invitara a otros gobernantes a afectar la equidad de la contienda”.

El INE advirtió que, de ignorar y perdonar la conducta presidencial, sería visto como el banderazo para que otros gobernantes también pudieran ignorar el artículo 134 constitucional.

Dicho y hecho. La émulo abyecta del Presidente, Claudia Sheinbaum, procedió inmediatamente a violar la ley. El 29 de diciembre criticó a la alianza opositora integrada por PAN, PRI y PRD, diciendo que la alianza tiene como unión “la corrupción” y le dio la razón al presidente López Obrador al decir que PRI y PAN eran lo mismo.

Sheinbaum hace coro con el Presidente, respaldando y defendiendo su decisión ilegal de intervenir en las elecciones del 2021, buscando favorecer a su partido y a sus candidatos. Imitando la conducta de Trump, han tomado la decisión de intervenir ilegalmente en el proceso electoral las veces que sean necesarias para aventajar los votos necesarios para ganar las mayorías.

Parecen estarle diciendo a la sociedad mexicana: “Me impondré, con o sin su apoyo”.

Algo aprendieron de la libreta de conducta electoral de Donald Trump en Estados Unidos. Preventivamente hay que ensuciar todo el proceso electoral, con denuncias, ilegalidades e infundios para enrarecer el ambiente. Así se crea la sensación de incertidumbre y confusión en la cabeza de la gente y le resulta imposible separar la verdad de las mentiras.

En segundo lugar, quieren imponer virulencia en el proceso, la cual tiene el efecto de bajar la participación de los votantes libres y no corporativos. La intención de crear ese desánimo social es fortalecer la importancia y el peso del voto corporativo en los resultados finales. López Obrador cree tener 20 a 22 millones de votos cautivos a su favor de sus programas sociales. Y cuenta con un ejército de promotores de los votantes en los Servidores de la Nación, que son más de 20 mil funcionarios públicos como movilizadores de voto para el 6 de junio. Él calcula que con esos votos, más el desánimo del resto de la sociedad y sus Vividores de la Nación, su partido resultará ganador en las elecciones.

Por otro lado, el Presidente necesita estar en el centro del proceso, porque teme una posible derrota. Por ello, va a seguir conscientemente violando la ley y desafiando a la autoridad electoral en lo que dure la elección. Gritará que “no es florero, que es vigilante del proceso, que tiene derecho a expresarse”. Pero todo ello es un ardid electoral para llamar a sus fieles y a sus empleados públicos a marchar sin desmayo hasta la “victoria final”.

Es una postura que llama a los suyos a la movilización.

López Obrador y Sheinbaum se han puesto la camiseta de guerra y van hasta donde tengan que ir para imponerse. ¿Por qué ensuciar el proceso con tanta virulencia y decisión de violentar el orden constitucional? Si consideramos las encuestas, que le dan casi universalmente una aprobación arriba del 50%, podría suponerse que Morena ganaría la elección holgadamente. Obviamente ellos no solo NO lo ven así, sino que incluso están contemplando la posibilidad de una mayoría de votos para la oposición.

Un resultado mayoritario para la oposición sería el fin democrático y pacífico al proyecto de la Cuarta Transformación. Y sería el fin político de López Orador, aunque durara sus tres años restantes como Presidente. De ese tamaño es la amenaza que sienten, además de probar que Morena, en tanto partido político, es un movimiento de un solo sexenio. Un movimiento que desaparecerá cuando deje de ser presidente López Obrador.