2020 El balance

El ser humano es quien crea los tiempos. Con su actuar, pensar y ejecutar los define.  Después de un análisis de todos nuestros comportamientos a lo largo del año, podemos concluir que este, por mucho, ha sido el peor año del siglo, y sólo podríamos compararlo con los años revolucionarios y post revolucionarios del siglo pasado.

Esos fueron momentos de un México en todos sentidos mucho menos desarrollado, sobre todo institucionalmente (entendido como la manera de resolver la relación entre gobernantes y gobernados), y la amenaza del uso de las armas, como grandes definidores de los problemas.

No es un asunto menor afirmar que nuestro actual gobierno ha sido incapaz de interpretar la realidad nacional e internacional, y que en el uso de las atribuciones y obligaciones camina por esa delgada línea entre el salvajismo, la ineptitud y el desconocimiento absoluto.

Ha llegado a tal grado que cuando se mira a la clase media existe una gran decepción porque además no tenemos trabajo y nos sentimos ultrajados. La esperanza de cambio que se vivió en 2018 para fortalecer este segmento de la sociedad que define el carácter y destino en países como Alemania, Inglaterra o el propio vecino del norte, en México está prácticamente  agotada.

En esta evaluación anual me he encontrado con una mayoría de familias en bancarrota, viviendo de sus ahorros, con negocios que se aventuraron y las omisiones e incluso la estrangulación a las finanzas con empleos recortados o con desproporciones en las relaciones económicas que jamás dieron justicia y mucho menos equidad. Existen millones de personas quebradas que en el balance, la mayoría de ellos culpan a la ineptitud de este gobierno.

Cuando una persona invirtió su patrimonio, existió y existe un grandísimo riesgo de ser estafado, derrotado por las circunstancias o de plano víctima de los grupos de maleantes que día con día se multiplican.

Gente honesta y trabajadora, con licenciaturas, maestrías o doctorados creando panaderías, repartiendo frutas o verduras, cocinando, entregando galletas o cualquier actividad para crear una nueva forma de vivir. Todos han cerrado o están a punto de hacerlo. Todos con deudas, todos desesperados.

Queremos tener futuro pero no hay proyectos que nos den oportunidad de explotar lo mejor de cada una de esas personas que con esfuerzo se formaron, que se han dedicado a la manutención de sus hogares y que enfrentaron muchos problemas en el pasado. Porque hoy sólo alcanza transitoriamente para conducir un taxi, Uber o Didi.

La naturaleza ha alterado nuestro cuerpo y cerebro para decirnos lo egoístas, envidiosos y malvados que hemos sido. La COVID se ha encargado de ello. Nos pone a prueba y nos da una oportunidad más para decirnos que lo indispensable es utilizar el cerebro para convivir, satisfacer ilusiones y aspiraciones, sobre todo para preservar el género humano.

Este 2021 aspiro a responsabilizarme de mi papel y coadyuvar para mejorar las condiciones de vida, con este gobierno o con cualquier otro, con este Presidente o con la oposición, porque si algo aprendí es que sea quien sea el gobernante (élite) abusan, se exceden y la oposición no importa quién sea descalifica, agrede y provoca.

Con lo que tenemos no nos alcanza. A nadie. Cambiar de actitud será mucho más contributivo, o cuando menos me provocará menos enfermedades que me hagan sentir aún peor.

En resumen, en 2021 con las circunstancias por las que atravesamos, madurar será un deber. Porque tal parece que las decepciones serán la regla.