NOMBRAMIENTOS 

En este mes deben ser reemplazados miembros de la Junta de Gobierno del Banco de México y de INEGI. El Presidente ha propuesto para ello a Galia Borja, en el caso de Banxico, y a Graciela Márquez, para INEGI. Ambas propuestas parecen bastante razonables.

No tengo el gusto de conocer a Galia Borja, pero sé de su trayectoria desde hace tiempo. Matemática de origen, estuvo a cargo de la Tesorería de la Ciudad de México durante el gobierno de López Obrador, y aunque no sé si tiene experiencia en política monetaria, sin duda conoce perfectamente los mercados financieros, y con eso es más que suficiente para que sea un elemento muy importante en el Banco de México. En principio, conoce más de cerca el funcionamiento del sistema que los dos subgobernadores que López Obrador propuso anteriormente, y ambos han participado bastante bien de las decisiones de la Junta de Gobierno. En suma, excelente propuesta.

Graciela Márquez es economista de origen, maestra en economía por El Colegio de México, y doctora en Historia Económica por Harvard, con una tesis dedicada al comercio exterior en el Porfiriato. Su nombramiento como vicepresidenta de INEGI me parece muy bueno. Creo que AMLO cometió un error al apuntarla desde hoy como posible reemplazo de Julio Santaella, dentro de un año. De momento, no parece tener las herramientas adecuadas para ese puesto, y para mí sería extraordinario que dedicase este año a modernizar las Estadísticas Históricas de la institución, en lo que se ve si conviene o no que reemplace a Santaella.

El problema está en los reemplazos de estas dos profesionales. Primero, Tatiana Clouthier, a quien tampoco creo conocer, no ha mostrado hasta hoy alguna capacidad especial para hacerse cargo de Economía. Creo que tampoco Graciela Márquez era adecuada para el cargo, a diferencia del que ahora se le propone, y en donde creo que sí puede ser relevante. Pero hay que reconocer que es muy improbable que haya alguien que pueda ser buen secretario de Economía con el presidente actual. Esa Secretaría debe promover inversión, regular actividades de industria y comercio, y ayudar en materia de comercio exterior. Nada de eso parece posible ahora, con la persona que sea.

Finalmente, se nombró como reemplazo de Galia Borja a Elvira Concheiro. Este nombramiento es el más extraño de todos. La señora Concheiro no tiene ningún conocimiento de economía, finanzas, mercados, o incluso matemáticas. Su preparación es en sociología, específicamente en la escuela marxista. La Tesorería de la Federación se encarga de manejar los recursos del gobierno, que promedian 15 mil millones de pesos diarios. Ese dinero debe obtener el máximo rendimiento posible, haciendo uso de deuda interna y externa, fondos, bancos, pero al mismo tiempo estar disponible de acuerdo con el calendario de ejercicio presupuestal. Se trata de un trabajo eminentemente técnico, que una matemática como Borja podía administrar (sobre todo con su experiencia previa), pero que para una socióloga puede ser algo mucho más complicado.

Curiosamente, estas dos personas tienen una relación cercana con Pablo Gómez, este eterno legislador de izquierda que dice ser economista, pero que en realidad ha sido un ideólogo izquierdista más bien trasnochado. Elvira Concheiro fue su esposa (no sé si lo sigue siendo), mientras Galia es su sobrina, hija de su hermana y de Roberto Borja, un líder sindical de la vieja guardia, a quien conozco de hace tiempo y de quien tengo la mejor opinión.

En suma, me parece que los nombramientos de Galia Borja y Graciela Márquez son de agradecerse, pero sus reemplazos son preocupantes. Tatiana Clouthier en Economía no puede hacer mucho daño, pero Elvira Concheiro sí podría provocar problemas. Imagino que creen que la Tesorería puede administrarse sin preguntarle, pero yo preferiría que no corrieran ese riesgo. Existen muchas carteras en donde la señora Concheiro podría aportar, la Tesorería no es una de esas.