TERCER TRIMESTRE 

El dato preliminar del PIB confirma el oportuno. La economía tiene una contracción, comparando con el año anterior, de -8.6 por ciento en la generación de valor agregado (eso es el PIB). Ayer comentamos que el impacto es mucho mayor en términos de demanda interna, de prácticamente -11 por ciento, aunque eso se confirmará cuando se publiquen oferta y demanda agregadas, en unas semanas.

Como sabemos, hay tres momentos diferentes en la economía de los últimos dos años. Primero, las decisiones del nuevo gobierno frenaron el crecimiento escaso de las últimas dos décadas, que promediaba apenas 2 por ciento, o poco más, y nos llevaron a una contracción de -1 por ciento, justo antes de la llegada del coronavirus y el confinamiento inmediato que aplicamos.

El segundo momento es precisamente el confinamiento, que significó cerrar industrias completas, detener casi toda la economía formal, y como resultado tuvimos una contracción inmensa, nunca vista. Algo similar ocurrió en otras partes del mundo, pero los gobiernos buscaron cómo compensar esa caída, a través de programas de apoyo a empresas y personas. Aquí eso no ocurrió, aunque todos los que escribimos del tema propusimos prácticamente las mismas medidas.

El tercer momento es el rebote que ahora comentamos: una vez abierta la economía, la actividad regresa, pero no por completo. Primero, porque algunas no pueden abrirse por completo, ya que siguen los contagios; segundo, porque la pérdida de ingreso del segundo trimestre tiene un impacto en la demanda actual. Por eso era importante un programa de contención, y después uno de reactivación. Ya no hubo.

En este momento, tenemos una actividad económica boyante, que es el sector agropecuario, con un crecimiento de 8 por ciento en el tercer trimestre. Luego, hay varias actividades que ya no caen, en comparación anual, o lo hacen poco: servicios financieros e inmobiliarios, servicios de apoyo, administración pública. Podríamos incluir aquí educación y salud. Con una recuperación ya muy avanzada, pero aún con caídas de entre -3 y -5 por ciento, están minería y manufacturas.

Lo que nos va a preocupar para los siguientes meses son tres temas. Primero, construcción, que está hundida desde la cancelación del aeropuerto, y eso hace más difícil imaginar cómo podría recuperarse. Hablamos de contracciones de -15 por ciento anual, pero de -25 por ciento contra los meses previos a esa decisión. La construcción es el 8 por ciento del PIB.

Segundo, el comercio, que durante el tercer trimestre parece detenerse en niveles de -7 por ciento. Tanto al mayoreo como al menudeo, el rebote de julio fue muy notorio, pero desde entonces ya no mejora mucho. El comercio representa 18 por ciento del PIB total.

Tercero, las tres actividades más golpeadas: transporte, entretenimiento y hospitalidad. Éste es un 14 por ciento de la economía, y la caída va de -20 por ciento en transporte y entretenimiento, a -50 por ciento en hospitalidad. Entretenimiento ya no crece contra meses previos, y parecería quedarse en ese piso; transporte sí está mejorando un poco, y hospitalidad también, pero desde el sótano.

Entonces, tenemos al 40 por ciento de la economía en actividades que parecen haberse ubicado en un escalón más bajo: -7 por ciento en comercio, -20 por ciento en transporte, entretenimiento y hospitalidad, y -25 por ciento en construcción, comparado con el nivel de 2018. Esto tiene efectos sobre el resto de la economía, que se reflejan en menor consumo de energía, menor uso de financiamiento, un efecto retardado en superficies comerciales y de oficinas, y tal vez en los servicios de apoyo, que no creo que reciban bien los cambios en outsourcing.

Finalmente, conviene voltear a ver al resto del mundo, que está teniendo un cuarto trimestre menos bueno de lo esperado, por los repuntes de Covid-19 en Europa y Estados Unidos. No puede todavía descartarse un cierre de entre -9 y -10 por ciento para este año, por esa razón.