Cansados de tanta tranza 

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Quién iba a decir que el alcalde de Victoria, Xicoténcatl González, y el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, compartirían algo en común. 

Pero resulta que sí, y no solo hablamos de su incapacidad para gobernar. Ambos políticos están hasta el cuello, enfrentando graves escándalos de corrupción.

Además, Xico y AMLO han decidido utilizar la misma estrategia de defensa: evadir su responsabilidad. Ojo, no están negando los hechos, los actos ya están demostrados, tampoco alegan su desconocimiento. 

El alcalde patea el bote a la Auditoría Superior del Estado, mientras que López Obrador lo hace a la Fiscalía General de la República, con el fin de limpiarse de culpas. 

En la Alcaldía de Victoria los registros contables y fiscales no dejan lugar a dudas del pago discrecional de recursos a ‘empresas fantasma’ o factureras. 

En la Presidencia de la República el video del hermano del Presidente recibiendo dinero en efectivo para su campaña política tampoco da pie a interpretaciones. 

De ahí el ridículo que han hecho Xico y AMLO en tratar de deslindarse. Y como nadie les cree, ahora ambos acuden a otras instituciones para tratar de evadir su responsabilidad y recuperar su legitimidad. 

La gran diferencia en ambos casos es que mientras López Obrador cuenta con el respaldo popular (al menos el 50% según las últimas encuestas), Xico es repudiado por los habitantes de la capital de Tamaulipas (solo el 1% considera votar por su reelección). 

Así que a pesar de ser casos muy similares, donde las familias de ambos están involucradas, las condiciones políticas de cada uno son muy distintas, y por lo tanto podemos esperar resultados diferentes. 

Lo cierto es que las evidencias seguirán apilándose en contra de ambos personajes, y el escándalo crecerá en intensidad conforme se acerquen las elecciones del próximo año. Porque de eso se trata, de ganar elecciones. 

Así que esto no ha hecho nada más que empezar, de eso que no le quede la menor duda. 

Xico no tiene como salvarse, pero en el caso del Peje las cosas son diferentes. 

Y no porque AMLO diga la verdad o sea inocente, sino porque el Presidente de la República controla la Fiscalía General de la República. 

Así que sería inocente pensar que López Obrador puede enfrentar consecuencias legales por sus actos de corrupción o “aportaciones voluntarias”, como él prefiere llamarlas. 

Eso no es lo que le preocupa al ejecutivo federal. Para el tabasqueño lo que es más importante es el juicio social, el respaldo del pueblo, de donde obtiene -según sus propias palabras- su ‘autoridad moral’.

Que en castellano no es otra cosa que las preferencias electorales medidas en las encuestas de opinión.

De ahí lo peligroso de los videos, que se convierten en pruebas irrefutables para las audiencias y que dejan en evidencia que AMLO terminó siendo igual que la mafia del poder, a la que tanto critica el Presidente. 

López Obrador no negó los hechos, tampoco desconoció a su hermano, al contrario, los justificó. 

“No somos iguales”, fue su principal defensa mediática, porque según él, el fin de los gobiernos anteriores y el fin de su movimiento son completamente distintos. El asunto es que no tiene pruebas para demostrarlo. 

Por el contrario, la cifras de la realidad que tanto desprecia AMLO cuentan una historia diferente. No hay renglón en donde el gobierno de López Obrador sea mejor que los gobiernos anteriores. 

Economía, salud, educación, inversión, transparencia, rendición de cuentas, hasta apoyos sociales. En ningún renglón estamos mejor que antes, ni siquiera en el democrático (los ataques al INE desde la Presidencia lo comprueban). 

La única diferencia entre los sexenios anteriores y el actual era el grado de popularidad que tenía el Presidente. Era.

Esto es lo que vuelve a AMLO tan peligroso, pues el hombre más poderoso del país luchará con todos sus recursos en contra de sus adversarios, tenga la razón o no, lo asista la ley o no. 

Así que las guerras de lodo no solo seguirán, sino que se volverán cada vez más asquerosas. 

Mientras que Xico, al no poder hacer nada (ni siquiera dar explicaciones), simplemente se ha convertido en un estorbo para sus aliados, siendo utilizado por la oposición como el mejor promotor de la alternancia en la alcaldía de Victoria. 

Para los ciudadanos el mejor escenario en ambos casos es que no solo se castiguen los actos de corrupción que ya fueron evidenciados, sino que sirvan para que ambos personajes, Xico y AMLO, desistan de cometer más actos ilegales. 

Lo digo el Presidente en su mañanera: el pueblo se cansa de tanta pinche tranza.

Pues eso. 

Es bueno saberlo: Es evidente que Alejandro Rojas busca aprovechar el escenario nacional para sacar provecho particular a costa de los tamaulipecos.

El gobernador Cabeza de Vaca lo dijo la semana pasada, los ataques de Díaz Durán son motivados con fines electorales. 

Y es que Alejandro Rojas se ha ido haciendo cada vez más pequeño dentro de MORENA, donde prácticamente es un exiliado, de ahí que utilice el escándalo para regresar al movimiento.