¿El papá de Yoshio fue el creador de los cacahuates japoneses?

El papa de Yoshio, Yoshigei Nakatani, emigró de Japón a México en 1932
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Pese a lo que muchos creían los famosos cacahuates japoneses no son de Japón, como su nombre nos indica, pues se sabe que el papá del recién fallecido Yoshio fue quien los inventó en la Ciudad de México.

Yoshigei Nakatani, papá de Yoshio, emigró de Japón a México en 1932 para trabajar en los almacenes Nuevo Japón (especializados en hacer botones de concha nácar); no obstante, dicho negocio fue cerrado en la Segunda Guerra Mundial, pues se creía que era un espía del Imperio Japonés.

En aquellos días, Nakatani vivía en el Barrio de la Merced, como muchos otros inmigrantes que vivían en la Ciudad de México; ahí conoció a Emma Ávila, una mexicana con la que se casó y tuvo 5 hijos.

Antes de llegar a México, Yoshigei había trabajado como aprendiz de dulcero en su pueblo natal Sumoto, prefectura de Hyogo, por ello, cuando vivió en La Merced comenzó a elaborar juéganos con ayuda de su esposa y a venderlos.

Como sus muéganos resultaron ser muy buenos, comenzó a hacerse conocido como “el japonés” en los pasillos de La Merced. Así se animó a crear un segundo producto que llamó ‘oranda’: una tira alargada de trigo, aderezada con sal.

Posteriormente, Nakatani buscó elaborar una nueva botana que le recordara el sabor de su infancia en Japón: cacahuate, harina de arroz y soya. 

Sin embargo, como en México no había la materia prima suficiente para crear el producto tuvo que mexicanizar la receta. Cambió el arroz por trigo y eso encantó al paladar de los vecinos.

Debido a que las distribuidoras de dulces le pedían gran número de pedidos, el matrimonio Nakatani se vio en la necesidad de crear maquinas, con ayuda de los soldadores del barrio, para que les ayudarán con la producción del cacahuate Japonés, como lo bautizaron, en honor a su creador.

En la década de 1950, se establecieron formalmente como la empresa Nipon y a partir de ese momento comercializaron sus cacahuates japoneses en una hermosa bolsita de celofán rojo, con la figura de una geisha dibujada por la hija menor de la familia japo-mexicana, Elvia.

El negoció pasó a manos de su hijo Armando.

“Él fue contador público y se hizo cargo del negocio. Mi papá aceptó. En vida era el director de la empresa, cuando fallece le deja a mi cuñada y mis sobrinas la fábrica. Siguen produciendo junto con una de mis hermanas”, dijo el hijo menor de la familia, Yoshio, en una entrevista.