Arturo Soto se vuelve a equivocar

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Gerardo Peña tuvo que salir a corregirle la plana a Arturo Soto en el Congreso de Tamaulipas, luego de que este último promoviera y aprobara en la Comisión de Finanzas el aumento de predial, así como la creación de un nuevo impuesto a la recolección de basura. 

Pero Gerardo Peña no fue el único que entró al quite, el Gobernador también resultó extrañado de la propuesta que Arturo Soto estaba haciendo “por la libre”. 

Por lo que el ejecutivo estatal tuvo que pedir a los legisladores, de manera pública, que detuvieran la creación de nuevos impuestos locales. 

Y es que políticas públicas como esas, que tienen un gran impacto directo en el bolsillo de la población, no pueden salir de simples ocurrencias o de ganas de buscar reflectores. 

Se trata de algo cabildeado y que por supuesto tiene que contar con el aval del ejecutivo estatal, especialmente cuando su partido tiene mayoría en la legislatura. 

Pero tal parece que nada de eso consideró Arturo Soto a la hora de ‘querer dar la nota’.

El Diputado por el distrito XV, desesperado por volver a la gracia del poder, quiere hacer puntos para ser considerado como candidato en el próximo proceso electoral.

Hasta ahí ningún problema, el detalle es que en su afán de protagonismo ya ha perjudicado a su partido y a la propia bancada de Acción Nacional en el Congreso. 

La carta fuerte de Arturo Soto para postularse a las candidaturas era el supuesto arrastre y respaldo popular que ha formado en su carrera política en la capital del estado. Sin embargo eso quedó desmentido en la pasada elección cuando Pilar Gómez demostró tener cuando menos el mismo apoyo popular que el llamado ASA Team. 

Así que, descartado el factor popularidad, Soto buscó otra carta para convertirse en un candidato viable para Acción Nacional.

Y esta carta no es otra que la obtención de recursos para el gobierno estatal en tiempos de austeridad federal. 

El problema para Arturo Soto es que en este renglón también está peor que antes. 

Soto presume que, como sub secretario de Ingresos, logró aumentar la recaudación federal, convirtiendo al Estado en la segunda entidad que aporta más recursos a la federación. 

Lo que no dice es que esto se logró gracias a las políticas anticorrupción que se implementaron desde el inicio de la administración de Cabeza de Vaca, y no precisamente a su labor como sub secretario. 

Porque no fue por arte de magia que los tamaulipecos empezaron a pagar, de hecho siempre lo hicieron, la diferencia es que en este gobierno ese dinero sí llegó a las arcas públicas y no a los bolsillos de los funcionarios como en los sexenios anteriores. Y si no está convencido le puede preguntar a Pepito Flores, claro ejemplo de ello.

Por cierto, la salida de Arturo Soto y de toda su estructura del gobierno estatal fue precisamente por razones similares. Las ‘maquinitas’ de los casinos dan cuenta de ello.

Los que nos lleva a otro de sus errores. 

Arturo Soto vendió la eliminación del impuesto a la tenencia vehicular, recursos que hoy tanto extraña el estado, al promover la legalización de los casinos y casas de apuestas, argumentando que con los impuestos a los juegos de azar la recaudación por concepto vehicular quedaría cubierta y superada. 

Algo que nunca ocurrió, pues de las decenas de casinos que se esperaban, apenas se instalaron un puñado en todo el estado, y si a eso le suma la mano negra del entonces subsecretario a la hora de cobrar su cuota, peor la cosa todavía. 

Este ha sido el recuento de los daños que dejó Arturo Soto en su paso por el gobierno. Daños que ahora continúa provocando desde el Congreso Estatal. 

Porque el impuesto a las bebidas alcohólicas y al tabaco que aprobaron este domingo los legisladores también es cosas suya. 

El ‘sales pitch’ suena muy atractivo: más impuesto a las drogas legales ayuda a disminuir su consumo, a recaudar más, y a mejorar la salud pública. 

El problema es que esta ‘lógica’ está basada en simples suposiciones, pues para empezar tanto las bebidas embriagantes como el tabaco son bienes inelásticos, esto quiere decir que las variaciones en su consumo no está determinado por el costo del bien. 

Piense en el agua potable, no importa el precio que tenga, usted la seguirá consumiendo porque es una necesidad básica. Las drogas, en este caso el alcohol y el tabaco, se comportan de la misma manera, pues generan un problema de adicción y no cuentan con bienes sustitutos para suplantarlos. 

Sin mencionar que como todo impuesto al consumo, el impuesto a las bebidas alcohólicas y al tabaco afectará más a los que menos tienen. 

Así que no esperemos que este impuesto logre una mejor en la salud pública, al contrario.

Y en cuanto a la recaudación, basta echarle un ojo al mapa económico de Tamaulipas. 

Las ciudades con mayor población y mayor actividad económica en el estado se encuentran en sus fronteras; la zona conurbada al sur y la franja fronteriza al norte. 

Victoria es una excepción en el centro del estado por ser la capital política, peo está muy lejos de ser la capital económica. 

Qué va pasar entonces: que los tamaulipecos cruzarán fácilmente las fronteras del estado, ya sea a Texas, Veracruz y hasta Nuevo León, para adquirir estos productos a un menor precio, tanto para su consumo personal o hasta para revenderlo. 

Esto se conoce como mercado negro, e impactará negativamente no solo en los comercios locales, sino también en la recaudación.

No olvide sumarle el costo político, porque el próximo año no hay elecciones, pero que tal el 2021, cuando los actuales diputados busquen competir en las boletas.

Así que por donde se vea, el nuevo impuesto al alcohol y al tabaco es una mala idea. 

Usted podrá alegar que para eso se creó el SAT-Tamaulipeco, que servirá para cobrarle (¿acosar?) a los contribuyentes cautivos, impuestos que por cierto no administrará el estado. Lo que de nuevo deja muy mal parado a Arturo Soto y a los legisladores locales que aprobaron la nueva medida. 

Así que tal parece que estamos ante el último strike del diputado victorense quien estaría enterrando sus aspiraciones ante el grave error de políticas públicas que promovió como “experto” en recaudación.

Pues eso.