Protestas desiguales

"Es curioso cómo los activistas sociales suelen protestar contra las únicas cosas que tienen una oportunidad creíble de lograr sus propósitos".

Craig Bruce

Se ha dicho tanto y tantas veces que empieza a convertirse en dogma: las protestas en Chile son producto de un sistema falsamente exitoso que en realidad aumentó la desigualdad. Sin embargo, yo tengo otros datos.

Chile ha sido el país latinoamericano que más ha crecido en las últimas décadas, pero también el que más ha reducido la pobreza.

Según la Cepal, la pobreza extrema en Chile cayó de 5.6 por ciento en el 2002 a 1.8 por ciento en el 2016 y la pobreza general de 40.1 a 13.7 por ciento. Chile es hoy el país más próspero de Latinoamérica y también el de menor pobreza. En Venezuela, en contraste, la pobreza extrema ha subido de 7.2 a 12 por ciento (larepublica.co).

La respuesta siempre es que el problema no es la pobreza, sino el aumento en la desigualdad, pero tampoco en esto los datos son correctos.

Es verdad que Chile registra una desigualdad relativamente alta, de 46.6 en el índice de Gini (1 es desigualdad absoluta y 0 igualdad total) mientras que Dinamarca tiene 28.2. Sin embargo, Chile es menos desigual que Sudáfrica con 63, Brasil con 53.3, Colombia con 49.7 y Costa Rica o México con 48.3. Lo significativo, sin embargo, es que la desigualdad en Chile se ha reducido de 57.2 en 1990 a 46.6 (Banco Mundial).

Según el Atlas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2018 Chile fue el sexto país del mundo con mayor aumento en el ingreso del 40 por ciento más pobre de la población en 2009-2014. En Latinoamérica sólo lo rebasó Paraguay.

Hemos visto una creciente oleada de protestas en el mundo en los últimos años. En México tuvimos disturbios por el gasolinazo de enero del 2017, en Venezuela protestas con un saldo muy elevado de muertos, en Francia los chalecos amarillos. En las últimas semanas hemos visto protestas en Chile, Hong Kong, Líbano, Ecuador, Bolivia y Honduras, entre otros países.

En cada país las protestas han tenido un origen distinto. En Venezuela el problema ha sido el fracaso económico del régimen, pero también la falta de democracia.

En Francia, uno de los países con mayor carga fiscal y mayor igualdad social de Europa, las manifestaciones surgieron de un impuesto a las gasolinas para financiar energías limpias.

En Hong Kong la falta de democracia ha sido el problema, mientras que en Bolivia el detonador fue un aparente fraude electoral.

En Ecuador, como en el México del 2017, las protestas surgieron de un alza en los combustibles.

El detonador en Chile fue un alza en el precio del Metro de Santiago de 3.75 por ciento, el cual no fue decidido por el Gobierno, sino por una entidad autónoma que vela por la integridad de este sistema de transporte. Fueron protestas violentas, con saqueos e incendios de comercios, enfrentadas también con violencia por la policía.

Los pliegos petitorios se han expandido desde entonces y han tomado un tinte más político. Pero no hay razón para suponer que el problema de fondo es el modelo económico o la desigualdad.

Quizá uno de los factores en común de todas estas protestas es la creciente presencia de las redes sociales. Éstas tienden a polarizar a las sociedades y permiten una mejor coordinación de grupos políticos con una ideología en común.

Otro factor es la llamada "revolución de las expectativas". David Konzevik ha señalado que "Los pobres de hoy son ricos en información y millonarios en expectativas". No les interesa lo mucho que ha avanzado la sociedad, exigen vivir ya en la tierra prometida, en una utopía.