Aprender a ceder

"Las amenazas y las rabietas no son la forma de negociar la política exterior".

Nancy Pelosi

El Presidente López Obrador cedió.

En la confrontación con Donald Trump, el Gobierno de México aceptó, para empezar, que se vinculara una medida comercial, la posible imposición de aranceles a productos mexicanos, a un asunto migratorio.

La ley estaba de nuestra parte, la realidad no.

Una controversia legal, ya sea a través del todavía vigente TLCAN o de la OMC, habría tardado años en resolverse mientras que el daño a la economía mexicana habría sido irreversible.

Trump ganó... abiertamente y sin matices. Lo hizo con amenazas y rabietas. Pese a no tener la ley de su lado, impuso sus exigencias a México.

Nuestro País tendrá que sellar la frontera sur para evitar el ingreso de inmigrantes ilegales, apenas meses después de que López Obrador ofreció a los centroamericanos (aunque no a los venezolanos ni a los cubanos) visas y empleos.

Por otra parte, México tendrá que convertirse en "Tercer País Seguro" en términos prácticos, esto es, tendrá que acoger a quienes pidan asilo en Estados Unidos en tanto se procesa su petición.

Las visas que se estaban concediendo a los centroamericanos simplemente por cruzar la frontera se suspenderán.

A todo esto hay que añadir los acuerdos que no han sido revelados.

El Presidente Trump señaló este domingo en Twitter: "Importante, algunas cosas no mencionadas en el comunicado (de este 7 de junio), una en particular, fueron acordadas. Eso se dará a conocer en el momento apropiado...".

Además, las amenazas no han cesado.

"Si por alguna razón desconocida no hay (cooperación de México)", afirmó Trump, "siempre podremos regresar a nuestra anterior, muy rentable, posición de los aranceles".

México podría ganar cediendo.

La apertura mexicana de la frontera sur no solo produjo un aumento importante en los cruces de indocumentados a Estados Unidos sino también una crisis migratoria en México.

Ciudades como Tijuana han tenido que cargar con la responsabilidad de albergar y alimentar a miles de inmigrantes en espera de una oportunidad de cruzar.

El Presidente López Obrador ha buscado poner la mejor cara ante la derrota.

"No levantamos el puño cerrado, sino una mano abierta y franca", declaró en su mitin en Tijuana el sábado. "Reiteramos nuestra disposición a la amistad, al diálogo y a la colaboración".

Habrá que ver todavía si el Gobierno de México tiene la capacidad de frenar el flujo de migrantes centroamericanos sin violar los derechos humanos, como prometió.

La idea de que el programa de desarrollo de la Cepal para El Salvador, Honduras y Guatemala, y para el sur-sureste de México, creará una súbita era de prosperidad y eliminará los incentivos para migrar es no entender la profundidad de los factores que han sumido a esa región en la pobreza desde tiempo inmemorial.

Trump demostró ya que con sus berrinches, y con el poder de Estados Unidos, puede obtener lo que quiera, aunque sea de forma ilegal.

López Obrador demostró, por otra parte, que sabe ceder.

No lo ha hecho en México ante quienes se han opuesto a la cancelación del aeropuerto de Texcoco o que hoy cuestionan con argumentos y cifras los proyectos de la refinería de Dos Bocas y del Tren Maya.

Pero ante la fuerza de la prepotencia de Trump, López Obrador sí ha encontrado la necesidad de ofrecer "una mano abierta y franca".