Su pareja le desfiguró el rostro a hebillazos

La mujer fue víctima de violencia doméstica y en cuatro meses su entonces esposo casi llegó a matarla, pero pudo escapar a tiempo

Con el rostro desfigurado a causa de quemaduras, puñetazos, hebillazos y varios métodos de tortura que le aplicaba su pareja, Mara narra los cuatro meses más horribles de su vida.

Luego de conocerse en el trabajo y de llevar una relación de noviazgo y tras comprometerse, Mara y su pareja comenzaron a vivir juntos, “lo cual ha sido la peor decisión de su vida, aquel príncipe azul se convirtió en un demonio que encarnó las peores pesadillas”.

LLEGARON LAS HUMILLACIONES

La violencia de la que Mara fue víctima se inició como una historia de amor, él prometió cuidarla, apoyarla y ser su compañero, pero esas sólo fueron palabras.

Me humillaba, hacía que me arrodillara en público, le valía dónde estuviéramos, un día me deformó la cara a golpes, a hebillazos, fue cuando me tiró este diente, lo que tiene la deformación de mi oreja son puñetazos”.

Bastaron cuatro meses para que la vida de Mara estuviera en peligro, “la violencia fue de menos a más, no te das cuenta hasta que es tarde. En mi caso, la violencia llegó a grados de quemarme uno de mis pechos, quemarme un pie, quemarme los glúteos, tengo deformes los labios por dentro, tengo muchas cicatrices, tengo deforme la oreja, me intentó estrangular en repetidas ocasiones, la última fue cuando perdí el conocimiento, me tuvo secuestrada, me violó con una cuchara, con un palo”.

 

PUDO ESCAPAR

 

Afortunadamente Mara logró escapar, tomó valor para denunciar y hoy Eliseo Campos González es buscado por las autoridades por tentativa de feminicidio.

No sé si fue Dios, no sé si fue la vida, no sé si fue el momento, pero en lo que uno crea algo poderoso en el universo existe y eso me ayudó a escapar”.

 

FOCOS ROJOS

FOTO 1

Después de haber escapado del infierno que vivió y acudir a terapia sicológica, Mara reconoce que había señales desde un inicio de una relación violenta, focos rojos; por ejemplo, evitar que saludara de abrazo a sus amigos, prohibir que le hablara a hombres, alejarla de su familia y amigos, revisar su teléfono hasta quitárselo, decirle cómo debía vestirse o enseñarle “cómo se comporta una mujer”, y aunque ella no estaba de acuerdo justificaba con un “se preocupa por mí”, “lo hace por mi bien”, y la violencia fue creciendo hasta grados de dejarla sin un diente, un oído y el rostro y partes del cuerpo desfiguradas.

Mara cumplirá un año de haber escapado y, aunque las lágrimas corren por las cicatrices de su rostro, ella no se da por vencida y hoy estudia una licenciatura. La historia de Mara no es la única en México, de acuerdo con información de la ONU, en el país son asesinadas diez mujeres al día.