Un niño ‘gordito’ no es sinónimo de sano

El que una persona sea ‘gordita’ no la exenta de presentar carencias nutricionales
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CIUDAD DE MÉXICO.- ¿Cuántas veces no hemos escuchado decir que “si el niño está gordito, está sano”? Las abuelitas, con frecuencia, emitían comentarios como: “el pequeño se ve desnutrido, no tiene cachetes, dale de comer más”; acto seguido, al menor le servían un enorme plato porque, para las generaciones anteriores, eso era “el comer bien”.

Sin embargo, el que una persona sea “gordita” no la exenta de presentar carencias nutricionales. Desafortunadamente, nuestros padres y abuelos, en ese momento, no contaban con la información que hoy se tiene sobre los nutrientes necesarios que un niño necesita para su correcto desarrollo.

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En la actualidad, hay adolescentes con sobrepeso y obesidad que tienen carencia de hierro, calcio y zinc, así como de vitaminas, como la D. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud, hasta una tercera parte de los adolescentes, de 10 a 19 años, con sobrepeso y obesidad que se atienden en la institución llegan a presentar también una carencia nutricional.

Por ello, es necesaria la detección oportuna y el actuar a tiempo para que el menor no arrastre malos hábitos cuando llegue a la edad adulta.

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“Como padres, tenemos la responsabilidad de conocer qué le damos de comer a nuestros hijos, así como llevarlos a revisiones periódicas para que los médicos monitoreen su peso y talla, porque (el niño) puede estar gordito y pálido por alguna deficiencia nutrimental”, comentó Abraham Omar Franco Ruiz, médico bariatra clínico y estético, en entrevista para Excélsior Digital.

La obesidad, regularmente, detona diabetes y males cardiovasculares, y origina que las personas sean más susceptibles a desarrollar cáncer y problemas de hígado graso, entre otros padecimientos. Si a esto se suma una carencia nutricional puede favorecer aún más la susceptibilidad a estos males.

Lamentablemente, por los productos y la alimentación, la población mexicana tiende a ser obesa (nuestro país ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil, y el segundo en obesidad en adultos); debido a ello, Franco Ruizrecomienda, como principio básico, la educación y modificar los hábitos alimenticios desde el hogar: “es cambiar muchas cosas de nuestras rutinas”.

“Un paciente es parte de una célula, núcleo familiar o grupo de amigos, y si se le enseña a comer, lo va a permear con sus familiares y amigos, repercutiendo en los hábitos de una o más personas”, aseveró el médico bariatra clínico y estético.

Derivado de lo anterior, el especialista menciona que este proceso, esencialmente en una persona adulta con obesidad mórbida, dependerá de cuánto tuvo que bajar y cuántas son sus ganas de mantenerse en ese peso, pero que, en promedio, la curva de aprendizaje se encuentra entre los dos y los cuatro años, “de ahí se hace un hábito”. En adultos con sobrepeso, este tiempo disminuye a un año o seis meses.

 

Con información de NotiMex