Netflix no tendrá futbol, anuncios o subirá precios

Greg Peters, director de Producto, asegura que la plataforma tomará riesgos para ofrecer historias originales
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Greg Peters fue el octavo empleado de Netflix, diez años después es el responsable mundial de Producto. En 2008, Netflix enviaba películas en DVD a domicilios de California; en 2018 las sirve  por Internet a 137 millones de abonados de 190 países.

Peters (Wichita, EE UU, 47 años) ha participado en Lisboa en la conferencia tecnológica Web Summit, donde ha anunciado algunos de los lanzamientos de la plataforma para la próxima temporada. Peters define su empresa como una fusión de tecnología y contenidos; él mismo es producto de esa fusión. Apasionado al cine desde niño, luego se graduó en Física y Astronomía por la universidad de Yale. 

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Ha aplicado sus conocimientos en software de código abierto para que el cine y la televisión hayan roto las fronteras idiomáticas y las fronteras técnicas. “Netflix se puede ver en pantallas de 1.700 aparatos diferentes; en el último mes, los abonados vieron películas en 518 millones de pantallas distintas”, anuncia a un auditorio de miles de personas.

El éxito de Netflix no se lo ha regalado nadie, de hecho, robó el pastel que preparaba Apple TV y que nunca logró; y ahora también están en la competencia los gigantes Amazon y Disney. “Creo que eso es genial para los abonados, que van a tener más posibilidades. Hay un gran cambio en el uso de Internet, en la entrega de una experiencia televisiva de alta calidad, y muchas empresas van a tener éxito en este sector.

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No creo que en el futuro la gente vaya a tener solo una suscripción, creo que tendrá un par y nuestro trabajo es ser mejores que los demás”, explica Peters a EL PAÍS.

El ejecutivo de Netflix, sin embargo, no mide tanto la competencia de los otros como la atención de sus propios abonados, los minutos que pasan en Netflix, que se los arrancan a otras formas de ocio, ya sean la lectura o los paseos con los amigos.

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Buena parte del éxito mundial de Netflix —menos de la mitad de sus abonados reside en Estados Unidos (59 millones)— se debe al fin del monolingüismo. “Cuando en 2013 lanzamos House of Cards estaba subtitulada en nueve idiomas, hoy son 26; y no había doblaje. Hoy las películas de adultos son dobladas en más de 10 idiomas y las infantiles en 26. Esa es la clave. La alta calidad de las imágenes, en 4K, y un buen sonido son muy importantes, pero hay que entender la historia. Nunca el cine había sido tan accesible”.

El mejor ejemplo de la globalización televisiva es 'La casa de papel'

Peters pone ejemplos del fin de la barrera idiomática. “En los últimos 20 años, Europa estuvo creando series que apenas se distribuían en dos países del continente y, a veces, ni eso. Ahora es posible la distribución global. Los norteamericanos solo veían películas en inglés, ahora se apasionan por series como la mexicana La casa de las flores porque se la ofrecemos doblada. El mejor ejemplo de la globalización televisiva es La casa de papel, la serie no rodada en inglés más vista en la historia de Netflix. Solo necesitamos un buen subtitulado y un buen doblaje para que su historia y su música triunfasen en todo el mundo. La barrera del idioma ha sido nuestra oportunidad”.

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Europa se ha visto invadida por televisiones y plataformas norteamericanas y, finalmente, parece que la Unión Europea exigirá a estos lo mismo que exige a las televisiones locales, un porcentaje de producción nacional y continental. A Peters no le preocupa. “Ya estamos invirtiendo con países europeos en la producción. La naturaleza específica de la regulación podría no ser la forma en que lo hubiéramos abordado, pero trabajaremos para cumplir con ese requisito”.

La tentación de seguir por un catálogo trillado de series de violencia, espías y fenómenos paranormales existe, aunque este ejecutivo la rechaza. “Creo que es al revés, el éxito nos da la oportunidad de encontrar historias que son originales y que nunca se han contado en los difusores tradicionales. Tenemos la oportunidad de que los narradores de historias vengan a contarlas aquí porque hay un nuevo poder de transmisión. En Netflix somos innovadores y tomamos riesgos”.

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Peters se atreve a tres negaciones contundentes:

- Con tantos millones de abonados, ¿se extenderá Netflix al mundo del deporte?

- No. ¡Hay tantas buenas historias que contar! Y apenas hemos arañado su superficie.

- ¿Pondrá publicidad?

- No. Somos un servicio de suscripción; nuestros consumidores pagan mensualmente, no vamos a necesitar otras fuentes de ingresos. No habrá anuncios.

- ¿Subirán el precio de abono?

- No, el precio está bien. En este momento nuestro trabajo es ganar más y más suscriptores. Obviamente si agregamos más valor podríamos cobrar más, pero esencialmente nuestra política actual es de expansión y captación de abonados sin fijarnos en las tarifas de la televisión de pago o en las entradas del cine.