Milagro sexenal

Los mexicanos seguimos tercos en esperar un milagro sexenal. Cada seis años, cuando vamos a las urnas para elegir a un nuevo Presidente de la República, lo hacemos pensando que estamos frente a la oportunidad de que el país cambie de rumbo y de que se resuelvan todos los problemas que nos aquejan como sociedad.
No entiendo, la verdad, porque seguimos alimentando esa falsa ilusión del Presidente Superhéroe. Es inexplicable que sigamos esperando que un solo hombre sea capaz de enderezar el rumbo de una nación agobiada por fenómenos sociales como el de la delincuencia, la pobreza, la corrupción, la impunidad, y muchos otros más que nos tienen sumidos en el atraso.
Le hablo de ello porque, precisamente faltan escasos dos meses para que regresemos a las urnas para decidir quién gobernará el país por los siguientes seis años, y continuo escuchando a muchas personas decir que, “ahora si nos irá bien con…” o “fulanito es la solución a los problemas de la sociedad”.
Son muchos mexicanos, incluso personajes que se presumen expertos en análisis políticos y sociales, que siguen creyendo que quien resulte ganador de la contienda electoral el uno de julio tendrá la varita mágica para transformar a México en un país de primer mundo.
Y la verdad, no hay nada de eso. No porque José Antonio Meade, Ricardo Anaya, Andrés Manuel López Obrador, Margarita Zavala y Jaime Rodríguez, no puedan ser buenos Presidentes, sino porque la transformación de un país no es cosa que pueda lograr por si solo un Gobierno.
Es importante, desde luego, que quien gobierne el país sea una persona con capacidades extraordinarias, que sepa integrar un equipo de colaboradores con los mejores expertos en las distintas áreas de Gobierno, pero con todo ello poco o nada podrá conseguirse sin el respaldo de la sociedad.
Desde siempre he sido un convencido de que si seguimos esperando el milagro sexenal, nos vamos a morir de viejos y jamás va a llegar. Le insisto, no porque falte capacidad del Presidente electo sino porque la transformación de una sociedad debe venir desde el pueblo mismo.
¿Cómo?  Me parece que una transformación social debe venir desde abajo. Por ejemplo, si cada quien en su entorno familiar nos preocupamos por sembrar en nuestros hijos la semilla de la responsabilidad, del respeto al prójimo y a las leyes, seguramente a la vuelta de pocos años produciremos mejores ciudadanos.
Además, si uno mismo, como ciudadano, nos esforzamos por respetar la ley, y sobre todo por respetar al de enfrente, iremos empujando poco a poco esa transformación social a que aspiramos.
Si todo eso lo conjugamos con un papel más participativo como ciudadanos, luchando por defender nuestros derechos y vigilando el desempeño de nuestros gobernantes, los resultados a corto plazo serán impresionantes.
Le aseguro que todo eso que le propongo tendrá mayores posibilidades de éxito que seguir ilusionados en que la transformación social llegue por si sola cada seis años.

EL RESTO

PROFETA EN SU TIERRA.- Dice un viejo adagio popular que “nadie es profeta en su tierra”, pero el Magistrado del Tribunal Electoral del Estado, Edy Izaguirre Treviño, rompió ese principio al ser homenajeado en su natal San Fernando, por su trayectoria profesional.
El pasado viernes, el Ayuntamiento de San Fernando, le hizo un reconocimiento al también catedrático de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, quien estuvo acompañado de sus padres y hermanos.
La verdad, fue un reconocimiento justo para quien a base de esfuerzo y estudio ha logrado destacar en el servicio público.

ASÍ ANDAN LAS COSAS
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