Cynthia Fátima, ¿homicida o infanticida?
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- El rapto y asesinato de Jessica Hernández en Tampico estremeció a Tamaulipas por el alto grado de violencia y perversión que mostró su presunta homicida, quien sería responsable no sólo de haberla matado a ella, sino a su bebé.
En este caso convergen múltiples delitos, pero hay uno en particular que resalta por su ausencia en la investigación de los hechos: El infanticidio.
El Código Penal de Tamaulipas no contempla como tal el infanticidio, acto de privar de la vida a un bebé o a un recién nacido de manera dolosa, ya que éste fue derogado en el año de 2016 por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
No obstante, la muerte de un menor de edad puede calificarse como un homicidio simple o calificado, al igual que la de cualquier otra persona. A estas alturas, Cynthia N. es acusada de homicidio simple en contra del bebé de Jessica, como lo enmarca el artículo 330.
En el numeral uno, señala que comete homicidio simple intencional cuando la muerte de la víctima “se deba a las alteraciones causadas por la lesión en el o los órganos interesados, algunas de sus consecuencias inmediatas o alguna complicación determinada por la misma lesión y que no pudo combatirse, ya sea por ser incurable o por no tenerse al alcance los recursos necesarios”.
Al momento en que Cynthia Fátima presuntamente extrae del vientre materno a la bebé de Jessica, le provocó un estado de shock que desencadenó una falla masiva de sus órganos internos. Murió en cuestión de minutos, sin que la mujer pudiera hacer nada para impedirlo, por una acción que ella habría cometido.
La pena máxima que alcanza el homicidio simple, de acuerdo al Código Penal, es de hasta 20 años de prisión.
Y ENTONCES ESTÁ EL HOMICIDIO CALIFICADO
“El homicidio es calificado cuando se comete con premeditación, ventaja, alevosía o a traición”, señala el artículo 336 del Código Penal. Si bien la muerte de la bebé puede ser clasificada como homicidio simple, la muerte de Jessica Hernández no lo es.
Hasta el momento, se sabe que la víctima fue llevada a base de engaños al domicilio de su presunta homicida, quien le prometió ropa para su bebé recién nacida a través de Facebook.
Ahí, en presunta compañía de su esposo, Omar Enrique N., sometió a la muchacha, la amordazó y procedió a abrirle el vientre con un cuchillo de cocina, provocándole una masiva hemorragia que le quitó la vida.
Al haber actuado con premeditación (cuando ya había planeado el asesinato y actuó intencionalmente, con un propósito en mente), alevosía (al agredir a su víctima sin darle oportunidad de defenderse), ventaja (al someterla presuntamente con ayuda de su esposo, aprovechándose de su condición de embarazo) y a traición (al haberle prometido un bien para ganar su confianza), se determina que fue un homicidio calificado.
Este delito alcanza hasta 50 años de cárcel.
Y ENTONCES ESTÁ EL ABORTO
Una posibilidad legal dentro de este caso es la de haberle provocado a Jessica Hernández un aborto forzado, acto que está señalado como un delito en el artículo 358 del Código Penal, en su numeral III.
Este artículo señala una pena de hasta siete años de prisión para aquel que “provoque el aborto sin el consentimiento expreso de la mujer embarazada y ésta sea mayor de edad”. Asimismo, define como aborto “la muerte del producto de la concepción de una mujer embarazada”.
Las acciones que Cynthia Fátima habría realizado constituyen, técnicamente, un aborto, un homicidio simple y un homicidio calificado a la vez. Serían las autoridades las que determinen los delitos a los que será sujeta a proceso. Por ahora, sólo va el de homicidio simple intencional.
En cuanto a Omar Enrique N., esposo de la presunta homicida, podría alcanzar una pena similar por homicidio calificado al haber actuado en complicidad. El artículo 335, en su numeral V, señala que “Si cualquiera de las personas que participan en el homicidio obrase con premeditación, alevosía, ventaja o a traición, todos serán responsables como autores de homicidio calificado”.
Hasta el momento, Omar Enrique ha negado rotundamente haber participado en el homicidio.