¿Qué les angustia a Rosales y Abrego?

El jueves reciente, a las 9:30 horas de la mañana, Cristobal Rosales Gómez, el otrora poderoso hombre de las finanzas de Egidio Torre Cantú, llegó al restaurante Martin’s, en Ciudad Victoria. Hizo un rastreo relámpago de los pocos comensales presentes y luego eligió la mesa más aislada.
El que fuera Subsecretario de Egresos en la anterior administración estatal pidió un café. Se veía desesperado. Esperaba a alguien que, evidentemente, no había sido tan puntual como él.
Diez minutos después llegó apresurado su invitado. Usaba una barba bastante crecida y desordenada, y una vestimenta más allá de lo informal. Se trataba de Jorge Ábrego Adame.
“Pareciera que anda disfrazado. O al menos intenta pasar desapercibido”, opinó un compañero periodista con el que yo convivía a tres mesas de aquellos personajes del pasado.
El ex Secretario de Finanzas y ex Secretario de Administración en el gobierno egidista, se desvivió en disculpas, por su tardanza, con su anfitrión, cuyo lenguaje corporal denotaba su molestia.
Durante más de dos horas se sumieron en un diálogo que, por momentos, parecía tenso. Rosales preguntaba, cuestionaba, mientras Ábrego respondía. El rostro del ex subsecretario denotaba preocupación.
Ábrego colocó sobre la mesa una carpeta que había llegado guardando celosamente. Sacó unos documentos y los mostró al que en teoría fue su subalterno en la Secretaría de Finanzas, pero que en realidad fue su jefe porque era el hombre de todas las confianzas del entonces Gobernador.
Durante un largo tiempo se dedicaron a revisar la información. Parecían aislados del mundo. Gesticulaban. Se arrebataban la palabra. Hacían pausas mutuas. Razonaban.
Al final se saludaron. Salieron del restaurante y se alejaron cada quien en sus vehículos. El semblante de preocupación con el que llegaron no les cambió mucho cuando se retiraron.
¿Qué les angustia a Rosales y Abrego? Nos preguntábamos quienes veíamos la escena. Saberlo es imposible. Pero algo los trae intranquilos.
Como apunte aparte, hay que recordar que la Auditoría Superior del Estado (ASE), tiene detectadas a la anterior administración estatal, irregularidades financieras por más de cinco mil millones de pesos del ejercicio fiscal 2016.
El pasado mes de febrero venció el plazo para que el ex gobernador Torre Cantú y quienes tuvieron a su cargo el manejo de los recursos públicos respondieran las observaciones de la ASE.
¿Es eso lo que trae preocupados a Cristobal Rosales y Jorge Ábrego? Si es así, resulta entendible su intranquilidad. Con un reclamo de cinco mil millones de pesos cualquiera andaría angustiado.
Los Auditores deberán revisar las respuestas que recibieron. En caso de que no les convenzan podrán iniciar procedimientos administrativos y dar parte a la Procuraduría General de Justicia del Estado, para que inicie una investigación penal contra quienes resulten responsables por un presunto desvío de recursos públicos.

ASÍ ANDAN LAS COSAS
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