LLANTAS EN EL RÍO

"La basura que usted tira en el camino no habla... pero dice mucho de usted".

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Me levanto cansado. Hoy toca nuevamente recoger basura. Siempre que llega este día me pregunto por qué lo hago, pero al final me siento satisfecho.

Este fin de semana acudí a recoger basura al Parque Nacional de los Dinamos, lugar por el que corre el Magdalena, el único río vivo que queda en la Ciudad de México.

Junto con miembros del equipo de la fundación Caminos de la Libertad, en el marco del proyecto Limpiemos Nuestro México, nos unimos a un equipo de la Dirección de Ecología de la Delegación Magdalena Contreras y a vecinos que limpian la zona con frecuencia. Participó también un grupo de Sea Shepherds México, una organización dedicada a la preservación de la vida natural.

Yo recogí basura en el cauce mismo. Si bien me proporcionaron un traje de plástico con botas, me di cuenta de lo difícil que es trabajar y avanzar por el río. Por lo menos dos veces me resbalé sobre las rocas y caí a las aguas que corrían con fuerza.

Aprendí también que al río hay que limpiarlo no sólo de la basura del ser humano, sino también de ramas y troncos. Los residuos de árboles provocan retenciones en el flujo de agua y permiten que se acumulen desechos. Si no se retiran, pueden generar tapones e inundaciones. Algunos de los troncos caídos deben aserrarse para ser removidos. La Dirección de Ecología de la delegación está usando la madera para la fabricación artesanal de bancos, macetas y otros productos.

En un par de horas encontramos basura de todo tipo en el río. Botellas de vidrio y plástico y ropa, por supuesto, pero también muñecos y ofrendas de santería. Hallamos también cuatro neumáticos, a pesar de que la delegación tiene un programa, Libérate de tus Llantitas, para recibir neumáticos y enviarlos a hornos de producción de cemento.

Jorge Villaseñor, director de ecología de Magdalena Contreras, me dice que sus equipos han hallado también motos y automóviles. La gente piensa que el río es un gran basurero que puede llevarse todo lo que se le arroja.

La basura es un problema monumental. Todos los días los mexicanos generamos 86 mil toneladas de basura, unos 770 gramos por persona (Inegi).

Producimos bastante menos que un país como Estados Unidos, donde el monto es de 2 kilos por persona o unas 600 mil toneladas diarias (alternet.org), pero la mayor parte de nuestra basura se coloca en tiraderos a cielo abierto, lo que genera una gran contaminación, y sólo un 13 por ciento en rellenos sanitarios adecuados.

Una cantidad muy importante simplemente se tira a calles, carreteras, campos, ríos, lagunas y mar donde produce enormes daños ecológicos.

La basura no tiene que ser tan dañina. Si se separa, puede convertirse en materia prima o insumo para procesos productivos. El problema es que pocos hacen el esfuerzo para separarla y procesarla.

Cuando tuiteo acerca de la recogida de basura, recibo algunas respuestas hostiles. Un tuitero me llama hipócrita. Yo entiendo que el problema de la basura no se resuelve porque un día un grupo de personas, por numeroso que sea, decide salir a recoger desechos. Lo importante es construir una verdadera conciencia de los daños que causa la basura.

¿Qué mentalidad puede tener alguien que tira una colilla de cigarro en la acera, un pañal en la carretera o un neumático en un río? Recoger llantas de los ríos debería ser innecesario, pero no lo será mientras la gente no se dé cuenta del daño que hace al disponer de ellas en un río.