Periodismo rojo

Casi 20 años de los 32 que llevo ejerciendo el periodismo los dediqué a cubrir la llamada “nota roja”. Durante dos décadas recorrí delegaciones de policía, agencias del Ministerio Público y Juzgados, en busca de noticias.



Estuve ahí tantos años porque, en verdad me apasionaba la “fuente”. Lo disfrutaba a pesar de que, dentro del periodismo, los reporteros de nota roja desde siempre han padecido una especie de discriminación, no sólo de parte del gremio mismo, sino también de un amplio sector de la sociedad.



Curiosamente, muchos de aquellos discriminadores eran los lectores más asiduos de la también llamada sección policiaca.



Hace casi 12 años, razones personales me obligaron a migrar a otras fuentes. Fue difícil dar ese paso, pero hoy, a la distancia, lo único que puedo expresar es agradecimiento a Dios.



No puedo evitar ese sentimiento de gratitud por aquel paso dado cuando veo los riesgos o peligros que envuelven a quienes ejercen el periodismo de “nota roja”. De hecho, por su naturaleza, la fuente policiaca siempre ha sido peligrosa, pero hoy esa situación cae en los extremos. Por eso le traigo el tema a la mesa.



Tan sólo durante el mes de marzo que hoy concluye, cinco reporteros de esa fuente fueron asesinados en el país, principalmente en Chihuahua y Veracruz.



Esta ola de asesinatos de comunicadores reafirman lo endeble del marco jurídico y de derechos humanos que protege al gremio.  El esfuerzo institucional para defender la libertad de expresión ha quedado en un simple buen deseo que no ha llegado a concretarse en la realidad.



Organismos defensores de los derechos humanos, como la CNDH y sus pares locales, también han sido incapaces de proteger a los periodistas. Sus mecanismos de protección o las recurrentes figuras de “fiscales especiales”, son simples ficciones burocráticas.



La prueba contundente de ese fracaso son los recurrentes asesinatos de comunicadores, pero sobre todo la impunidad que envuelve a los crímenes. No hay cifras, estadísticas, sobre cuántos homicidios de comunicadores son resueltos y sus responsables castigados, pero ni falta hacen para saber que la mayoría de los casos quedan impunes.



Queda claro: no ha existido un genuino interés del Estado mexicano por brindar garantías a quienes hemos decidido por el ejercicio del periodismo. Sobre todo a quienes, por vocación o necesidad, dan cobertura a hechos criminales.



El discurso oficial sobre el tema ha sido y sigue siendo mentiroso.



EL RESTO



A través de su programa “Miércoles Ciudadano”, el alcalde de Nuevo Laredo, Óscar Enrique Rivas Cuéllar, convivió con vecinos de la colonia Voluntad y Trabajo ll”.



El ex diputado ha colocado como prioridad en su agenda el acercamiento con la ciudadanía. A través de esa estrategia, logra conocer de viva voz la problemática que afecta a los neolaredenses para agilizar la búsqueda de soluciones.



ASÍ ANDAN LAS COSAS



roger_rogelio@hotmail.com