Reflexión Dominical

Aparece en el texto evangélico de este tercer domingo de Adviento: “Hubo un hombre enviado por Dios”. Adviento es el tiempo de dar testimonio, aún en medio de los conflictos. Tanto en los tiempos pasados como en el presente, los seres humanos se deben dar cuenta que no están libres de los ataques de las <<tinieblas>>. Ser testigo es tomar conciencia y prepararse para esta llegada de la Luz y de la Vida que viene a este mundo. Adviento es el tiempo de anunciar a todos la proximidad de esta buena noticia; es el tiempo de esperar como una sola familia al Dios que viene.

El texto evangélico dice: “El Bautista no era la luz”. Esto lo afirma el evangelista porque algunos le atribuían esa característica que corresponde a Jesús. Es interesante observar que, rechazando esta identificación del Bautista, el Evangelio no le niega al Profeta su importancia y grandeza. Lo considera: ¡nada menos que un enviado de Dios! El evangelista, por lo tanto, ve en el Bautista un testigo

Este profeta proyecta luz sobre la misión del testigo. El testigo es una persona común, un ser humano, con identidad propia y que Dios acredita. Muestra también que ser testigo supone, en la mayoría de los casos, una situación hostil y de conflicto. El texto evangélico sitúa en el contexto en que se desarrolló su acción de ser testigo de Jesús: el de lucha entre las <<tinieblas>> y la <<luz>>.

La Liturgia del Adviento dice: esperamos a quien el profeta ha anunciado, a Jesús; ha visto posarse sobre Él al Espíritu en el día de su Bautismo en el río Jordán. De este Espíritu recibe su misión: anunciar la Buena Noticia a los pobres, sanar y liberar a los enfermos. Él es el Germen de justicia que hace renacer la vida en el jardín de Dios.

Se puede orar con las palabras de la oración de la misa dominical: “Dios nuestro, que contemplas a tu pueblo esperando fervorosamente la fiesta del nacimiento de tu Hijo, concédenos poder

alcanzar la dicha que nos trae la salvación y celebrarla siempre, con la solemnidad de nuestras ofrendas y con vivísima alegría”.

Que con alegría y gozo se estén preparando para celebrar el gran misterio de amor de Dios por todos los seres humanos que se celebra en la fiesta de la Navidad.