Alejandra y Concepción, los únicos habitantes de Viejo Padilla
Ciudad Victoria, Tamaulipas.-
Desde hace 42 años doña Alejandra Robles y su esposo Concepción son los únicos habitantes de 'Viejo Padilla', el pueblo que hace más de cinco décadas, en 1970, quedara bajo el agua.
De manera muy amable, aunque un poco desconfiada, pues no está acostumbrada a recibir visitas inesperadas, platicó con Periódico 5inco desde su humilde propiedad. En su terreno se aprecian varias casitas con techo de lámina y algunas gallinas.
Aunque su única compañía es su esposo; ella no tiene vecinos, tiendas, transporte público, iglesias ni escuelas, aún así está actualizada, tiene teléfono celular, a través de este aparato recibe las llamadas de sus sobrinos que viven en otras partes; en su domicilio también cuenta con energía eléctrica.
"No necesitamos vecinos, así estamos muy bien, algunos han querido establecerse aquí pero nos los dejan porque es una cooperativa de gobierno para pescadores", explica doña Alejandra, a quien ya vimos más relajada.
Comenta que cuando se casó con Concepción, hace 42 años, siendo ella muy jovencita, se la trajo a vivir aquí, ella es originaria de Poza Rica, Veracruz.
"Nosotros aquí somos muy felices, mi esposo y yo ya tenemos nuestra rutina. Yo me levanto todos los días a las 5 de la mañana a hacerle tortillas para que almuerce y después se vaya a vender pescado a Padilla", comenta.
De los ingresos por la venta de pescado es de lo que se sostienen. Su casa está a aproximadamente a 400 metros de distancia de la presa Vicente Guerrero.
Catán, tilapia y bagre, son las especies que más sacan de la presa y es afuera de las escuelas o en la plaza de Padilla donde su esposo vende su pesca. Se traslada en una pequeña camioneta de caja.
Aunque en su cocina y en su casa todos los días hay pescado, a doña Alejandra no le gusta consumirlo, ella prefiere los nopalitos, las chochas y los frijoles.
Alejandra, a sus 67 años de edad es una mujer entrona, no tiene miedo cuando los niveles de la presa crecen mucho y el agua alcanza a llegar a solo unos metros de distancia de su casa.
"Dios manda la lluvia, no hay por qué tener miedo", dice la mujer de Concepción, pareja que nunca aceptó reubicarse a Nuevo Padilla, como sí lo hicieron la mayoría de los pobladores tras la inundación.








