El debate: perdimos todos

¿Quién ganó el debate?, es la pregunta más recurrente durante las últimas horas entre la sociedad y con mayor insistencia entre la clase política tamaulipeca.

La respuesta variará o dependerá de quien la dé: los priistas dirán que ganó su “gallo”, Baltazar Manuel Hinojosa Ochoa; los panistas levantarán la mano de su candidato, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, y los perredistas sostendrán que el único triunfador fue Jorge Osvaldo Valdez Vargas.



Y así, cada quien dirá lo que a su conveniencia corresponda.

Sin embargo, lo que sí queda bastante claro es que en este debate “histórico” entre los ocho candidatos a la gubernatura de Tamaulipas, hubo un gran perdedor: la sociedad.



Perdimos todos los ciudadanos,  porque lo que debió ser un ejercicio para que cada uno de los aspirantes a suceder a Egidio Torre Cantú, a partir del uno de octubre próximo, expusiera su oferta de Gobierno, terminó convertido en una auténtica riña pandilleril donde se dieron todos contra todos.



El iniciador del pleito fue el panista Cabeza de Vaca, quien al abrir el debate arremetió de inmediato contra Hinojosa Ochoa por sus vínculos con el ex gobernador Tomás Yarrington Ruvalcaba, hoy prófugo de la justicia norteamericana, acusado de “lavar” dinero del narcotráfico.



En su turno, el priista le respondió acusándolo de tener una doble moral, de ser un ex convicto de Estados Unidos, un delincuente y un peligro para los tamaulipecos.

Pero igual, si el reynosense no hubiera llegado con la espada desenvainada, ahí estaban otros prestos para ello, como el perredista Valdez Vargas; Gustavo Cárdenas Gutiérrez, y el independiente Francisco Chavira Martínez, que ya iban predispuestos a provocar la riña.



El asunto es que, como le decía, el debate terminó convertido en escenario de un zipizape  de acusaciones y no en un ejercicio dialéctico que nos sirviera a los electores para dilucidar al mejor prospecto a la gubernatura.



La consecuencia es de que ahora los ciudadanos quedamos con más dudas que certezas, porque las acusaciones expuestas hacia uno y otro de los candidatos agravaron la desconfianza social en los políticos.



También fuimos perdedores los ciudadanos porque el árbitro de la contienda, el Instituto Electoral de Tamaulipas (IETAM), fue incapaz de lograr que el debate fuera transmitido en señal abierta.



Por las razones que usted quiera imaginarse, el IETAM decidió que el encuentro entre los candidatos sólo fuera difundido a través de internet, y no por medio de algunas de las cadenas de televisión como Multimedios, Televisa o Tv Azteca, lo cual obviamente marginó a un gran número de tamaulipecos.



¿Qué caso tiene organizar un debate si el destinatario del mismo, que es el elector, no tiene acceso a ello? ¿O, a poco en los ejidos y en las colonias el internet está al alcance de todos?



Habrá, sin embargo, otra oportunidad para que los candidatos y el IETAM reparen sus fallas y pecados: será el cuatro de mayo próximo cuando está programado un segundo debate.



Esperemos que ese día sí vayan a debatir propuestas de solución a los problemas de los tamaulipecos y no a usar el escenario para exhibir los pecados del de enfrente. Pero que sean propuestas, no ocurrencias.



Y, ojalá ese día el IETAM se asegure de que el debate llegue a la mayoría de los tamaulipecos. Por favor.



ASÍ ANDAN LAS COSAS



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