Reflexiones de un bolero: "partidos políticos acabaron con el pueblo"

A sus 77 años ve con tristeza el escaso trabajo, "ya ni a prometer vienen los políticos a la plaza Hidalgo". Víctima de parálisis facial, con su esposa que padeció un derrame, Gregorio Chávez no se vence  
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- La parálisis facial que le atacó desde que era un niño y el derrame en el ojo izquierdo en los últimos días, no impide que el bolero Gregorio Chávez salga a la calle a ganar el sustento.



Soldado de la vida, el hombre de 77 años y originario de Miquihuana, le ha ganado batallas a la pobreza y la adversidad, pero quizá su victoria más grande es haber pagado la carrera de medicina de uno de sus tres hijos.



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Sentado en su propia silla de bolear, a falta de clientela que ha huido de la ciudad por el periodo vacacional, Don Goyo, como le conocen, muestra cansancio y tristeza.



"Ya no viene nadie a la plaza, ni siquiera los políticos que antes venían a prometer en tiempos de campaña. Los partidos políticos han acabado con la vida de los pueblos, pero aquí tenemos que seguir hasta que Dios nos llame".



Recuerda que lleva 36 años en la plaza Hidalgo como lustrador de calzado, con grandes esfuerzos pagó la carrera de medicina de su hijo que ahora es Doctor en una clínica de Ciudad Mante y se encarga de ver por la salud de su madre enferma.



"A mi esposa le dio un derrame cerebral por los problemas de la vida, los apuros por mantenernos porque mi hijo se encarga de comprar sus medicamentos, pero también tenemos que comer, pagar la luz y el agua, y yo no quiero dejarle todo a mi hijo sólo porque le pagué su carrera, porque eso lo hice con gusto".



Todos los días viaja en el microbús para llegar a su sitio de trabajo en la plaza del Ocho Hidalgo, a las ocho de la mañana está listo para atender a sus primeros clientes.



"Pero este día no ha venido nadie, se cobra barato para que se animen, veinte pesos, pero la gente prefiere salir de vacaciones y gastar su dinero en otra parte, es muy difícil vivir del oficio en estos momentos", dice Don Goyo.



Pero antes de iniciar su trabajo el limpiador de calzado atiende a su esposa que no se puede mover por completo a consecuencia del derrame.



"Le hago el almuerzo y la dejo encargada con mi nieto y su esposa, pero ellos tienen una niña pequeña y también es difícil. Sólo Dios me da fuerzas para continuar aquí y cumplir con mis obligaciones con mi esposa".



Así las cosas, Don Goyo es un ejemplo de padre y ser humano ejemplar que con su sencillo trabajo de bolero costeó la carrera de medicina de su hijo y va más allá cuidando de su esposa enferma "porque es lo que manda Dios".