Maximino, el emprendedor de la banqueta

Entre tornillos y sueños se construyó una oportunidad para sacar adelante a su familia
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Ciudad Victoria, Tamaulipas.-Bajo el intenso sol que golpea la banqueta, Maximino Villanueva Fuentes recorre con paso firme los alrededores de las Oficinas Fiscales en Ciudad Victoria. Entre sus manos se asoma un diablito modificado que, con sus herramientas y tornillos, lo ha acompañado en una transformación de vida: pasó de albañil con poca chamba a emprendedor capaz de sacar adelante a su familia con ingenio y determinación.

Su punto de quiebre llegó años atrás, cuando el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador autorizó el decreto para la regularización de vehículos extranjeros. Maximino, con la imaginación bullendo, vio una oportunidad para ofrecer un servicio que pocos habían contemplado: instalar y desinstalar las placas de los llamados “chocolates”.

“Yo trabajaba como albañil, pero necesitaba más dinero para mantener a mi esposa y a mis tres hijas. Entonces se me ocurrió empezar a instalar placas.”

Con esa chispa emprendedora, abandonó la cuchara, la llana y el cincel para aventurarse a montar su pequeño negocio en la calle, pegado al módulo del Registro Público Vehicular (REPUVE). Su “taller rodante” —un diablito adaptado— le sirve para llevar de un lado a otro el taladro, desarmadores y un surtido de tornillos que se ajustan a cualquier tipo de camioneta o automóvil.

Al principio, Maximino confiaba en la bondad de la gente y no cobraba una tarifa fija:

“Dejaba que me dieran lo que quisieran, pero hubo muchos que ni para un chicle me daban.”

Sin desánimo y aprendiendo del día a día, ajustó su estrategia y hoy cobra entre 20 y 40 pesos por cada instalación, según lo complejo del vehículo.

“Todo depende de cuántos tornillos quieran; a veces las camionetas traen un montón.”

Los años de experiencia lo han convertido en todo un especialista: en cuestión de diez minutos, puede desatornillar las placas delanteras y traseras, volver a fijarlas y dejar el auto listo para la carretera.

“Soy rápido y mi trabajo está garantizado.”

Con el arranque del año y el cambio de placas, sus ingresos han mejorado:

“Gracias a Dios, ahorita hay buena temporada. Instalo unas diez placas diarias y la verdad eso ayuda un montón.”

No obstante, sabe que la abundancia no es constante. Al pasar la temporada alta, Maximino se las ingenia nuevamente para vender dulces, refrescos y aguas en eventos públicos. Esa versatilidad le ha permitido brindar a su familia un sustento firme. Vive en la colonia Vegas de Treto con su esposa y sus tres hijas. El brillo de orgullo asoma en sus ojos cuando habla de ellas:

“Una es Contadora, otra terminó en el ITACE y ahora trabaja en el Complejo de Seguridad, y la más chica va en quinto de primaria. Lo que gano instalando placas ha servido para que ellas estudien.”

Cada tornillo que ajusta es un paso más hacia el sueño de darle a sus hijas la oportunidad de crecer y labrarse un futuro. Con su ingenio, Maximino da un ejemplo cotidiano de que en la sencillez del día a día pueden hallarse grandes historias de esfuerzo y perseverancia. Hoy, cada placa que asegura a un vehículo es un testimonio vivo de su coraje y compromiso familiar, un recordatorio de que, con determinación, los sueños se construyen tornillo a tornillo.