Ciudad Victoria, Tamaulipas.– Entre el calor del comal y el aroma de la harina recién cocida, Mónica Castillo ha encontrado no solo una forma de ganarse la vida sino también una manera de estar presente para quien más la necesita: su hijo menor, Aldahir. Desde hace ocho años Mónica se dedica a la venta de tortillas de harina, un oficio que comenzó como una necesidad pero que hoy es un símbolo de amor, entrega y fortaleza.
Antes de fundar “Tortillas La Tía Moni”, Mónica era gerente en una compañía telefónica.
Su vida dio un giro cuando tras una negligencia médica al nacer su hijo requirió cuidados constantes.
Fue entonces que decidió dejar su carrera profesional para estar al pendiente de él y emprender desde casa. Cambió los pays y hojarascas que antes horneaba por kilos de tortillas que ahora alimentan a decenas de personas, incluyendo empleados del Hospital Civil y la Torre Bicentenario.
En un solo día puede preparar hasta 30 kilos amasando no solo masa sino también una historia de lucha y amor incondicional.
