Desde que tenía tres años, la vida le cambió para siempre. La poliomielitis lo dejó con secuelas físicas permanentes, pero no le robó ni el coraje ni las ganas de salir adelante.
Hoy Juan Valle, mejor conocido como Juanito, es un ejemplo de perseverancia que pedalea cada día por su propio esfuerzo.
Juanito necesita un aparato ortopédico especialmente diseñado para mantener recta su pierna, pero no pide dinero, lo único que solicita es apoyo para poder comprar ese aparato que tanto necesita.
Su día empieza antes que el sol, a las 4:30 de la mañana ya está despierto; se baña, prepara lo necesario y sale de casa rumbo a su punto de trabajo.
Sabe que tiene que ganarle al tráfico, a los contratiempos y sobre todo, al tiempo y su día termina alrededor de las 10 de la noche.
“Yo vendía periódico para pagar mis estudios”, recuerda con orgullo.
Durante su juventud, mientras cursaba la secundaria y el bachillerato, se ganaba la vida vendiendo periódico, aunque los recursos eran escasos, nunca dejó de buscar la manera de superarse.
Con más de 25 años movilizándose en su triciclo adaptado, Juanito se ha convertido en un personaje reconocido por vecinos, comerciantes y personas que lo han visto avanzar incansablemente por las calles de la ciudad.
Hoy, aunque las actividades físicas son limitadas, no deja de mantenerse ocupado: repara pequeños electrodomésticos, mantiene su tienda, hace mandados y encuentra la forma de estar siempre productivo.
Juanito no se queja, más bien da consejos a los jóvenes que lo escuchan les dice que “nada es imposible, que todo se puede lograr si uno le echa ganas y evita los vicios.
Que si estás en problemas, hay centros que te pueden ayudar, pero lo más importante es no dejarse caer”.
Actualmente, vive de forma independiente, aunque cerca de sus padres, quienes ya son personas mayores.
Él mismo cocina, limpia su espacio y cubre sus gastos. Se organiza con sus hermanos para cuidar y alimentar a sus padres, demostrando que su sentido de responsabilidad va más allá de sus propios límites físicos.
Juanito es también un hombre sensible. “Soy de los que lloran con las novelas o películas, me tocó ver “El angelito negro” y no pude evitarlo…”.
Su humanidad se refleja también en la forma en que trata a quienes menos tienen: a veces comparte despensas, ayuda a personas que viven en la calle o anima a quienes se han rendido.
Aunque ha vivido decepciones y momentos de tristeza, Juanito no pierde la fe.
“Siempre llega un roto para un descosido, eso me lo dijo una licenciada y se me quedó grabado”, dice entre risas.
Más allá de sus palabras, su ejemplo inspira.
Cada día es una prueba de fuerza, no sólo física, sino de voluntad, lo que pide no es caridad, sino una herramienta para continuar su lucha, un aparato ortopédico.
Quien lo ve pedalear por las calles no está viendo a alguien que se rinde, sino a alguien que le ganó a la vida, una pedaleada a la vez.
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