“La colega”, una historia de lucha, sabor y gratitud en Victoria
Cd. Victoria, Tamaulipas. – María Francisca Marroquín, mejor conocida como “La colega”, es un ejemplo de esfuerzo, resiliencia y amor por la familia.
Con 33 años dedicándose a la venta de alimentos, su carretón de guisos se ha convertido en una tradición en Ciudad Victoria.
Todo comenzó cuando junto a su esposo, José Amado —mejor conocido como Don Amado—, inició la venta de taquitos dorados, tostadas, tacos de harina, flautas grandes y gorditas.
Los guisos eran sencillos, pero llenos de sabor: salsa verde, deshebrada, chicharrón, huevito verde y huevito con papas.
Hoy en día, María Francisca abre todos los días de 8:30 a.m. a 1:30 p.m., como lo ha hecho durante décadas.
Su primer punto fue en una contraesquina de Presidencia Municipal, donde operó casi cuatro años en lo que entonces era un estacionamiento, bajo la administración del alcalde Pascual Ruiz.
Posteriormente estuvo cuatro años frente a la CFE, luego cuatro más afuera de Presto Cash, y desde hace 21 años se encuentra establecida a un costado de Soriana, donde su clientela fiel la sigue visitando por el sabor, la calidez y la historia que la acompaña.
Hace diez años enfrentó uno de los momentos más difíciles de su vida: la muerte de su esposo a causa de un infarto.
Desde entonces, primero su hijo Amado y actualmente su hija Jesuri la han acompañado y apoyado para mantener vivo el negocio familiar. “De las ventas hemos salido adelante”, afirma con orgullo.
Nacida en el tradicional barrio de la Nacozari, María Francisca tiene 67 años y es madre de dos hijos. Es la mayor de cinco hermanas y cinco hermanos, siendo uno de ellos Juan Marroquín, conocido como “El colega”, quien ha sido clave en su historia de superación.
Fue él quien, al ver su situación tras cerrar su tiendita de abarrotes para cubrir gastos médicos, la apoyó desde cero: le surtió el carretón, gestionó el espacio de venta y la animó a seguir adelante.
Actualmente, su hermano Juan continúa con su propio negocio entre el 16 y 17 Bravo, también muy popular entre los victorenses. Ella no olvida aquel gesto y lo reconoce como una bendición.
“Gracias a mi hermano estoy aquí. Él me dijo: ‘Primero con Dios, y luego conmigo’, y así fue. No tengo más que agradecimiento para él y para la vida”, relata.
“La colega” no solo vende comida, vende historias, entrega cariño y representa el valor de la familia y el trabajo honesto.
Su carretón no es solo un punto de venta: es símbolo de una vida de entrega, amor y perseverancia.