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Ciudad Victoria, Tamaulipas.- "Antes yo tenía una moto con un pequeño remolque para vender productos por toda la ciudad, pero el tránsito me la recogió a pesar que les mostré la tarjeta de discapacidad, nunca reuní los 900 pesos que me cobraban por entregármela".
José López tiene 49 años y tiene una deficiencia musculoesquelética en sus rodillas (carece de cartílago en una rodilla, y de meniscos en otra) a consecuencia de un accidente de trabajo.
La discapacidad no le impide a José vender pan empujando un triciclo que usa como andador. También practica el tejido de palma y bejuquillo, oficio que aprendió de su padre desde que tenía 3 años de edad.
Tener una discapacidad y ser comerciante en las calles es una aventura donde siempre gana el más fuerte, las injusticias contra los que conducen un triciclo o una moto son el pan de cada día.
“Otro triciclo lo perdí en el 2015, me atropelló una señora rica, y me hicieron bien tonto porque me llevaron al hospital y no me dieron ni una pastilla, me convencieron que perdonara a la mujer”.
“Cuando vi a las patrullas decidí firmar, me fui a casa y duré tres días sin trabajar con las costillas lastimadas, me puse voltaren... en el accidente se perdieron mis dulces y el triciclo, tuve que comprar otro".
Con el trabajo de venta de pan, José mantiene a su pequeña hija y a su mujer que se queda a vender dulces en una banqueta, mientras él vende el pan a bordo del triciclo.
"Más tarde vengo por ella y nos vamos a casa empujando el triciclo hasta la Colonia Nueva Era”, dice.
“Cuando está bueno el tiempo cargamos a mi niña, el bastón lo acabo de comprar, pero ya pronto necesitaré otro".
El sueño de José es recuperar la moto, para facilitar la venta de dulces y de pan, no caminar tanto empujando el triciclo.
“A veces veo al tránsito que me quitó mi moto sólo porque se me detuvo un poco, me dice que vaya a recogerla pero ya ahorita no son 900 pesos, porque el tiempo ha transcurrido y se cobran intereses ".
Cuando no hay ventas, José se dedica a arreglar sillones y otros muebles tejidos, dejándolos como nuevos.
“Me llaman y me mandan una foto del mueble y yo les digo si tiene arreglo, pero los sillones que arreglé a mis vecinos quedaron como nuevos, ya los iba a tirar".
+¿CÓMO CONTACTARLO?…
-Si necesitas un trabajo de restauración de muebles tejidos, llámale al teléfono 834 221 06 27.
José López tiene 49 años y tiene una deficiencia musculoesquelética en sus rodillas (carece de cartílago en una rodilla, y de meniscos en otra) a consecuencia de un accidente de trabajo.
La discapacidad no le impide a José vender pan empujando un triciclo que usa como andador. También practica el tejido de palma y bejuquillo, oficio que aprendió de su padre desde que tenía 3 años de edad.
Tener una discapacidad y ser comerciante en las calles es una aventura donde siempre gana el más fuerte, las injusticias contra los que conducen un triciclo o una moto son el pan de cada día.
“Otro triciclo lo perdí en el 2015, me atropelló una señora rica, y me hicieron bien tonto porque me llevaron al hospital y no me dieron ni una pastilla, me convencieron que perdonara a la mujer”.
“Cuando vi a las patrullas decidí firmar, me fui a casa y duré tres días sin trabajar con las costillas lastimadas, me puse voltaren... en el accidente se perdieron mis dulces y el triciclo, tuve que comprar otro".
Con el trabajo de venta de pan, José mantiene a su pequeña hija y a su mujer que se queda a vender dulces en una banqueta, mientras él vende el pan a bordo del triciclo.
"Más tarde vengo por ella y nos vamos a casa empujando el triciclo hasta la Colonia Nueva Era”, dice.
“Cuando está bueno el tiempo cargamos a mi niña, el bastón lo acabo de comprar, pero ya pronto necesitaré otro".
El sueño de José es recuperar la moto, para facilitar la venta de dulces y de pan, no caminar tanto empujando el triciclo.
“A veces veo al tránsito que me quitó mi moto sólo porque se me detuvo un poco, me dice que vaya a recogerla pero ya ahorita no son 900 pesos, porque el tiempo ha transcurrido y se cobran intereses ".
Cuando no hay ventas, José se dedica a arreglar sillones y otros muebles tejidos, dejándolos como nuevos.
“Me llaman y me mandan una foto del mueble y yo les digo si tiene arreglo, pero los sillones que arreglé a mis vecinos quedaron como nuevos, ya los iba a tirar".
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