“El Señor de las Tangas”

Reynato Romo tiene más de 40 años vendiendo exclusivamente lencería de dama en las oficinas públicas de Victoria
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Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Reynato Romo sabe más de calzones, bikinis y tangas, que la mayoría de las mujeres.

“El Güero” tiene más de 40 años dedicado a la venta de ropa íntima de dama en esta capital.

Sabe de texturas, colores y estampados, además de modelos, estilos y tendencias.

Y aplica estos conocimientos a la hora de adquirir estas delicadas prendas en tiendas del sur de Texas.

Dice que nunca pensó pasar los últimos años de su vida viviendo de las mujeres.



“El Borrado” empezó a arar con bueyes una parcela en Matamoros, Tamaulipas para sembrar algodón y luego frijol, maíz y sorgo, hasta que con la venta de las cosechas no completaron, para sostener a su esposa y sus 11 hijos.

Entonces, empezó a comprar “fayuca” y ropa usada en el lado americano, para venderla en el ejido Los Vergeles y otros aledaños, hasta que un amigo le propuso extender su negocio hasta Ciudad Victoria, allá por el año 1973, ya que en esta ciudad se vendían muy bien los productos ‘gringos’.

Aquí empezó a ofertar ropa usada y también telas, para pantalones y faldas por las calles, hasta que visitó a una clienta en la Presidencia Municipal, en donde otras empleadas le pidieron más mercancía.

“El Sarco” dices que él vendía bilés y otros productos de belleza a las victorenses, hasta que unas clientas le pidieron ropa íntima sabiendo que había muy buena, bonita y barata en los “malls”.

“Ya cuando entré aquí a la Presidencia, todas las muchachas, todas las mujeres, me decían que les trajera calzones, que les trajera brasieres, que era lo que más usaban ellas”, recuerda.

“Luego de aquí me pasé a (Palacio de) Gobierno, cuando todavía estaba todo ahí. Ahí todos me compraban. Y luego ya se ‘desbalagaron’ (las dependencias por toda la ciudad) y ya tenía clientela dondequiera”, agrega.

“Iba a la Ministerial, a la Procuraduría de Justicia, a la Fiscal, todo eso, el Hospital General, todo eso he andado y hasta la fecha todavía, pero (ya vendiendo) pura fayuca de calzones y brasieres y tangas”, comenta.

-¿Pero ellas le dicen qué es lo que quieren o cómo…?, se le pregunta.

“Ellas me dicen: ‘tráeme tangas’, ‘tráeme brasieres’, ‘tráeme bóxer…’, todo eso. Ellas me encargan”, contesta.



-¿Y usted toma lista?

“No. Yo ya sé más o menos los gustos… ya sé las medidas de las mujeres: 34, 36, 40, 32… En el calzón, que la eLe, que la eMe, que la eSe, que todo eso… Ya sé de mi clientela todo”.

-O sea, ¿ellas nada más le piden y ya les sabe el color y los gustos?

“Sí, ya nada más llego yo y ya sacan ellas y que ‘este me dejas; y este también, en 2 pagos’… En abonos, no; yo traigo precio de contado, pero ya mi clientela me agarran 200 a 300 pesos y me dan la mitad y luego la otra mitad… así es mi trabajo, yo no soy abonero”.

-¿Y ha evolucionado mucho el calzón en los últimos años? ¿Cada vez se ha hecho más chiquito?

“Ah, no, sí. Ya ahorita ya hay otras modas. Hay tangas, hay bikinis, hay otro calzón más chiquito; y hay otros bien grandotes… de todos tamaños”.

El también apodado “Güero Tangas” comenta que han bajado sus ventas con el cambio de administración estatal, ya que los nuevos jefes de departamento son más estrictos, por lo que ya no le permiten ingresar con su delicada mercancía a las oficinas de sus clientas.

“Ya les tengo que hablar, para que salgan. Ya no las dejan salir como antes, las cuidan… ‘Sólo vas a almorzar y para adentro’… En ‘denantes’ a dondequiera me metía y ahora ya no”, expresa.

Reynato Romo dice que, hasta la fecha, es el único hombre dedicado exclusivamente a la venta de ropa íntima de mujer en esta capital, pues se ha ganado el respeto de cerca de 200 clientas fijas y también de los esposos o novios de ellas, los cuales hasta las llevan a su casa en la colonia Mainero, para surtirse de mercancía.

-¿Y por qué las mujeres compran tanta ropa íntima?

“Muchas mujeres dicen, en buen plan: ‘Nosotras tenemos que usar calzón nuevo y brasiere nuevo porque, si un día, Dios no lo quiera, nos pasa un accidente por ahí, vamos al hospital y nos van a quitar la ropa y nos van a ver con los calzones rotos’… Eso me dicen muchas”, responde.