MENTIRAS VERDES

"No es fácil ser verde".

Kermit, la Rana
 
 
Está de moda ser verde. Políticos de todas las tendencias han acudido a Glasgow para la nueva Cumbre Climática, la COP26.

Ahí, mientras el Secretario General de la ONU, António Guterres, exclamaba "basta de tratar a la naturaleza como un retrete", los políticos ofrecen promesas que mandan el mensaje a sus electores que ellos sí quieren "salvar el planeta".

Sus promesas, sin embargo, están cargadas de mentiras. La primera es pretender que realmente se puede frenar el aumento de la temperatura para no rebasar 1.5 grados Celsius.

Habrá que hacer todavía el recuento de las promesas de esta COP26, pero aun si se cumplieran todos los compromisos del Acuerdo de París de 2015 "se lograría solamente 1 por ciento de lo que prometen los políticos: mantener el alza de la temperatura en 1.5 grados Celsius", como señala Bjorn Lomborg en el libro "False Alarm".

Ni en París ni en Glasgow, por otra parte, los políticos han hablado con franqueza sobre el costo inmenso, principalmente para los pobres, de tratar de cumplir estas promesas.

La COP26 acumula ya varias nuevas promesas. Cien países se han comprometido a detener la deforestación global para 2030, pero no aclaran que en la Cumbre Climática de Nueva York de 2014 ofrecieron también reducir la deforestación a la mitad para 2020 y acabarla en 2030, pese a lo cual ha seguido aumentando.

El Presidente Joe Biden anuncio que su país reduciría de 50 a 52 por ciento las emisiones de carbono para 2030.

"Le demostraremos al mundo que Estados Unidos no sólo está de regreso en la mesa, sino que esperamos guiar al mundo con el poder de nuestro ejemplo". En el proceso, afirmó, se crearán "millones de empleos de buena paga".

Pero si recortar de manera drástica las emisiones de carbono no sólo no tuviera costos económicos, sino que pudiera crear millones de empleos, hace ya mucho tiempo que se habría hecho.

Sin embargo, en lugar de una carrera voluntaria para cambiar los combustibles fósiles por energías limpias, estamos viendo un proceso que enfrenta enormes resistencias.

El Príncipe Carlos de Inglaterra dijo en Glasgow que para tener éxito "debemos ponernos en un pie parecido al de guerra... Necesitamos una vasta campaña de estilo militar para reclutar la fortaleza del sector privado global, con billones a su disposición". Por lo menos reconoce el enorme costo de la transición energética.

El Presidente de Francia, Emmanuel Macron, ya sufrió los obstáculos políticos. En 2018 decretó un impuesto "ecológico" a los combustibles fósiles, el cual desencadenó una oleada de protestas, las de los "chalecos amarillos", que al final lo obligaron a cancelar el gravamen.

El canciller mexicano Marcelo Ebrard exigió a los gobernantes de los países ricos en la Cumbre previa, la del G20 en Roma, cumplir con la entrega de 100 mil millones de dólares anuales a las naciones pobres para facilitar la transición energética, pero olvidó que en 2020 el Gobierno mexicano extinguió el Fideicomiso para Atención del Cambio Climático.

La Secretaria de Energía, Rocío Nahle, presumió en Twitter que México es el país del G20 que más ha reducido su uso de carbón en el último año, pero omitió decir que es por la reforma eléctrica de 2013 que su Gobierno pretende derogar.

El calentamiento global es un problema real que debe enfrentarse con inteligencia. La transición energética sólo podrá darse con la adopción de tecnologías menos contaminantes.

Pero no será fácil ni barato. Si no se maneja bien, puede traer consigo el mayor empobrecimiento en la historia de la humanidad.