¡Juventud, divino tesoro!... (electoral)

Cuando el cúmulo potencial de voto representa un 29% de la lista nominal, no se puede dejar de considerarlo como prioritario para su captación. En ese número compuesto por 25 millones 662,773 jóvenes que se encuentran entre los 18 y los 29 años, están los mexicanos votantes que por primera vez ejercerán su sufragio ante la que, mediblemente es considerada la jornada en la que estarán en disputa la mayor cantidad de puestos de elección que haya ocurrido en nuestro país. Cerca de 21,000 legisladores, presidentes municipales, regidores y gobernadores serán electos en las urnas y para dicha decisión, poco más de 5 millones de jóvenes con 18 años cumplidos estarán habilitados para llevarla a cabo.

El reto de los partidos políticos que estarán en las boletas, será sacar de una vez por todas a estos jóvenes de las líneas que adornan los discursos, y meterlos de lleno al interés por la participación político democrática mediante real inclusión en la representatividad electoral, así como mediante el abanderamiento de las causas que constituyen las principales preocupaciones de un sector que hoy se encuentra en una situación de desencanto e incredulidad.

Si bien es cierto que el entusiasmo por sufragar primerizamente es elevado, también es cierto que la motivación de una alta participación electoral del neo votante se concreta por lo emocionante que significa estrenarse en hacer valer su opinión en las urnas. El desinterés, quizá por desencanto en la mayoría de los casos, llega muy pronto y la desconexión en los asuntos de la política se vuelve una constante creciente en tanto aumenta la edad.

Lo anterior es medible si tomamos en cuenta las cifras aportadas por el Instituto Nacional Electoral; en la media de las más recientes elecciones, el 64.7% de aquellos que podían ya votar en primicia se hicieron valer en las urnas. Sin embargo, en el ejercicio electoral inmediato posterior, llegados a los 19 años, la cifra se cae considerablemente en el orden del 12% menos.

Con este panorama, si los partidos políticos se precian de ser auténticos demócratas, mucho tendrán que hacer para darle continuidad al involucramiento de la juventud en los asuntos de la política, si es que se quiere abonar a la madurez de una ciudadanía participativa. No basta enganchar con la promesa vacía ni simular con cercanías convenientes, hay que reflejar en las plataformas electorales la empatía con las preocupaciones de una juventud mexicana que, al día de hoy, le otorga a las instituciones políticas una raquítica credibilidad cuantificada en un 12% de calificación.

A medio siglo de la modificación al artículo 34 constitucional, el voto del nuevo elector no se afianza en la convicción ante la oferta política y sigue siendo botín del oportunismo que puntualmente llega con cada elección.